Divina Pastora, quizás somos Murphy
A veces creo que el paseo de la Divina Pastora es un portal, como un agujero de gusano, que abre la dimensión a las grandes posibilidades.
¿Se acuerdan de Interestelar, la película? Una película compleja para entender porque tiene mucho que ver con la astrofísica. Vayan ustedes a saber de qué trata la astrofísica, este no es el punto, yo no soy tan profundo e inteligente para hablar de eso, pero lo cierto es que este tipo de ciencia ficción que no sé quién carrizo hizo esta combinación de palabras porque a mi manera de ver si es ciencia no puede ser ficción y la ficción a estas alturas de mi vida no tiene asidero en lo irreal.
En esta extraordinaria película hay unas escenas en el cuarto de Murphy – la niña – donde se mueven los libros, se forman símbolos en el piso de su cuarto con el polvo y ella dice que es un fantasma.
A veces creo que el paseo de la Divina Pastora es un portal, como un agujero de gusano, que abre la dimensión a las grandes posibilidades.
Antes de que Cooper – su papá – se marchara a una expedición en el espacio, se despide de Murphy y ella le da un último mensaje del “fantasma” que dice “Quédate”. Ese fantasma es él mismo en otra dimensión superior, algo así como el futuro, que le está diciendo que no lo deje ir. Esta película te sacude la visión de la vida porque lo que deja ver es que la vida son como muchas películas superpuestas (como eso que llamamos el destino) que están actuando en paralelo y que si alguna escena de esa película se mueve, se logra cambiar toda la historia de la humanidad.
Lo que había en el cuarto de Murphy era un portal que conectaba a otra dimensión a través del agujero de gusano como le llaman los astrofísicos y que fue ella la elegida por su inteligencia, por su capacidad de conectar con la vida y con ella misma.
Quizás todos nosotros somos Murphy tratando de conectar con aquella dimensión donde están los protagonistas de los milagros, lo protagonistas de la vida bonita, los protagonistas de los finales felices, los protagonistas de quienes nos hacen humanos fervientes diciéndoles o, mejor dicho, pidiéndoles con fe y humildad, cambia esta escena de nuestra bella Venezuela.